Juego De Azar

Se que este blog trata de rock y moda... pero me he sentido deprimida ultimamente y que mejor remedio para la depresión que escribir, esta es una historia inspirada en sentimientos, ojala te agrade y por favor comenta. Derechos de autor esta reservados.
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CAPITULO 01: LA VIDA ES COMO UN JUEGO DE DADOS

Estaba pesando en la gran cantidad de inexorables sucesos de mala suerte que azotaba mi vida recientemente. Primero que nada, mi padre en estado de coma; es increíble pensar que durante mi desarrollo, nunca formo parte de mi vida y ahora soy la única persona de quien depende. Segundo: estoy a un paso que me despidan del trabajo. Tercero y último; mi amiga está embarazada de mi ex novio. No es que trate de ser trágica con mi vida, pero son simplemente cosas que me han pasado. Siento que la cabeza me da vueltas, como si nada de lo que me pasa alrededor tuviera sentido, el nudo en el pecho es más grande de lo que esperaba, me falta oxigeno. Sé que lo que siento es angustia, o quizás estrés, pero no puedo soportar ver a mi progenitor con un tubo para respirar, y al mismo tiempo tan quieto e inmóvil, con el rostro de paz y serenidad, haciendo notar la dicotomía en contraste con la realidad. Tomo su mano, como si lo único que importara en el mundo fuera poder recuperar el tiempo perdido que nunca pasamos juntos.

Yo tan solo tenía 6 años de edad cuando mi padre abandono a mi madre para poder vivir con su amante, y desde entonces no lo volví a ver. Mi madre se las ingenio para poder darme de comer, y educarme. Ella es una mujer de esas luchadoras que no se rinden ante ningún obstáculo, gracias a ella he logrado ser la persona que soy hoy, me ha dado educación universitaria, todo dentro de sus posibilidades.
Muchas veces cuando estamos solos, los seres humanos pensamos que todo es predecible, que todo es cosa del destino, y como dicen los musulmanes, “todo está escrito”, yo tengo un concepto muy diferente, para mí, la vida es un juego de azar, algo parecido a los dados, cada decisión tiene un efecto, es una especie de karma, dentro de la teoría de causa y efecto. De cada jugada que des, con los dados depende lo que te vaya a suceder, y solo nuestras decisiones pueden cambiar la jugada, y por tanto, sus consecuencias. El precio a pagar, depende de que sea lo que decidas, algunas veces ni cuesta nada, y otras, el precio es muy alto, tanto que duele. Aun no sé cómo me ha ido en el juego, o mejor dicho, no quiero aceptar que si hubiera tomado las decisiones más acertadas me hubiera ido mejor, tal vez otras personas jugaron un papel decisivo en este partido, y nada de lo que me ocurra sea culpa mía.
Si la vida es un juego, Dios es el árbitro. Él es quien conoce todas las reglas, quien demanda y condena, quien decide y frena, y quien conoce todas las estrategias.
Es muy probable que Dios tuviera una carta para mí, una jugada que incluso yo no me la esperaba cuando mi padre enfermó. Yo sé que es algo totalmente impredecible para cualquiera que escuche mi historia.
Sin darme cuenta anocheció, y no tengo otra opción más que sentarme cerca del hombre que me dio la vida, siento que hacer esto, es la razón de mi ser en este momento, mucho más que una obligación. Aunque él estuvo ausente la mayor parte de mi vida, nunca podría dejar que el se fuera para siempre sin haberle dicho por lo menos “Te amo, y no quiero que sientas culpa por haberte ido de mi vida, porque la mayor felicidad es volver a verte”; sé que lo que pienso no suena razonable en estas circunstancias, porque el futuro es un acertijo tanto para mi padre, y para mí.
Me quede dormida dormita junto a su cama, tomando su mano, de pronto siento una mano en el hombro izquierdo, que me despertó de repente.
- Buenas noches señorita - me dijo una voz masculina. De pronto alcé la mirada, y vi al médico de turno esa noche. Lucía una bata blanca, y un estetoscopio colgando de su cuello, Tenía los ojos color verde esmeralda, y cabello castaño ligeramente ensortijado. Me que perpleja al notar su mirada clavada en la mía. Aún no encuentro el motivo del por qué me miraba de esa forma.
- ¿Se encuentra bien? – me pregunto
- Disculpe, me quede dormida- le dije asustada
- ¿el señor Aranda es familiar suyo?
- Si, en realidad es mi padre. Me gustaría saber el estado de mi padre, por favor dígame su diagnostico.
- Bueno…
- Dígamelo con sinceridad, necesito saber qué es lo que tiene exactamente.
- Su padre presenta un cuadro de enfisema pulmonar, pero, lo que más no preocupa es la hemorragia cerebral, aunque estamos tratando de controlarlo.
- Eso significa que… - una nube de sentimientos repentinos invadieron mi cuerpo, sentí que no tenía aliento para seguir hablando, no quería que lo peor ocurriera. Saqué fuerzas, y continúe - … ¿tendrá posibilidades de recuperarse?
- No sea pesimista señorita, aun no descartamos nada, pero si el estado de su padre se mantiene estable, probablemente se recupere.
Sentí alivio por unos segundos.
- ¿cree que todo vuelva a ser como antes?
- Como le acabo de decir, aun no descartamos nada, los resultados los conoceremos cuando su padre salga del coma.
Hubo un silencio desgarrador por unos segundos.
- Disculpe, olvide presentarme, soy el doctor Nicholas Da Silva.
- Mi nombre es Jazmín Aranda. Mucho gusto en conocerlo.
- Al contrario, Es gusto es totalmente mío.
Me sonroje levemente.
- Me gustaría saber si su padre ha tenido alguna crisis similar en el pasado- continuo Nicholas.
- No podría darle razón de eso
- ¿acaso su padre nunca se ha enfermado antes?
- La verdad nunca estuvimos cerca… hasta que me entere de su enfermedad.
- Ahora comprendo
- Sí… él nunca formo parte de mi vida, literalmente.
- ¿Acaso usted está enfrentando esta situación totalmente sola? ¿no tiene hermanos que también se hagan cargo de él?
- Por lo que yo sé soy hija única. Mi padre se separo de mi madre cuando yo tenía 6 años, y él se fue a vivir con su amante. estuvieron juntos por más de 10 años, pero luego ella se fue, y él se quedo completamente solo.
- Usted lo ha perdonado después de todo
- Creo que sí. Fue muy duro tratar de olvidar que él jamás estuvo a mi lado cuando más lo necesite, pero supongo que, yo no soy nadie para juzgar a mi padre.
- Tiene mucha razón, un hijo jamás debe juzgar a sus padres, así sean criminales, pienso yo. Al fin y al cabo no somos dioses para criticar a quien nos trajo a este mundo.
- Ciertamente, así es – dije asentando la cabeza
- Bueno, fue agradable platicar con usted.
- De igual manera Doctor Nicholas
- No te preocupes, nos mantendremos en contacto. Te estaré informando sobre cualquier noticia acerca del progreso de tu padre.
- Muchas gracias
- No hay de qué. Hasta luego.
Me aleje de la presencia del doctor Nicholas, di la vuelta y camine por el pasillo del hospital. El personal de la enfermería entraba y salía, así como los pacientes. No quería apresurarme, así que camine despacio, al fin y al cabo, ya era de madrugada y lo mejor era irme a casa. Necesitaba darme un duchazo, comer algo, ya que mañana tendría que volver al trabajo, espero que no me descuenten el salario por faltar un día a mis labores, bueno yo pedí permiso, así recuerdo.
Me pare en las afueras del hospital y me apure en tomar un taxi. No había muchos vehículos que transitaran a esa hora, así que tome el primero que paso cerca de mí.
El transito en la avenida principal era escaso, los semáforos seguían cambiando de color sin cesar, nada cambiaba en la atmosfera sombría de esa madrugada y mis pensamientos seguían divagando en las memorias de aquel día, las imágenes de mi padre en la camilla aparecían una y otra vez, y las palabras del doctor zumbaban en mis oídos.
Por fin llegue a casa. Toque el timbre de la humilde vivienda de clase media que habito. Mi casa tenía unos cuantos arbustos en el reducido patio delantero, la puerta era de fierro negro y vidrio. Mi madre apareció en pijamas, y me abrió la puerta.
- ¿cómo te fue? – me dijo soñolienta
- Podría decirte, que no me fue mal del todo - le dije, con desanimo
- Luces bastante cansada
- Sí mamá y lo único que deseo es darme un baño y dormir - suspire mientras cruzaba el umbral de la puerta y colgaba mi chaqueta en el perchero detrás de la puerta.
- Te llamaron unos amigos tuyos del trabajo – murmuró mi madre bostezando
- Ojala que no sean más malas noticias.
- No creo que te hayan llamado por eso
- Mañana los veré
- Está bien mi niña - me abrazo y me dio un beso en la frente, como siempre solía hacerlo - ve y descansa.
- Buenas noches mamá
- Buenas noches, querida.
Me dirigí a la ducha, abrí la llave y deje que el agua fría cayera directamente sobre mi cabeza. Tal vez eso me ayudaría a aclarar mi mente. Durante 20 minutos me mantuve inmóvil, no solo enfrié mis pensamientos, también se tranquilizaron mis nervios.
Me fue a mi dormitorio, me puse el pijama y me recosté en la cama. Estaba tan “en blanco” que no puedo conciliar el sueño durante varios minutos, quizás fueron horas.

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